CLASIFICACIÓN DE LAS GALAXIAS  


Las galaxias poseen gran variedad de formas y tamaños, pero pueden ser clasificadas en dos tipos principales a simple vista. Casi todas las galaxias son, aparentemente, bien elípticas o bien espirales. También las hay irregulares.
La clasificación se efectúa normalmente de acuerdo con la forma, siguiendo un esquema conocido como diagrama en «diapasón», divisado por vez primera por el astrónomo estadounidense Edwin Hubble en la década de 1920.
Las galaxias elípticas son grandes cúmulos de estrellas que oscilan de forma, desde esferas perfectas hasta elipses aplanadas semejantes a puros. Las mayores galaxias del Universo conocido son sistemas elípticos enormes. Existen en los centros de densos cúmulos de galaxias, y se estima que  contienen hasta cien billones de estrellas.
Al parecer, estas galaxias llegaron a ser tan grandes por absorción de otras más pequeñas que erraban muy cercanas, hasta ser capturadas por los vastos campos gravitacionales de aquéllas. Por otra parte, las galaxias elípticas enanas son algunos de los sistemas estelares más pequeños conocidos, con alrededor de sólo un millón de estrellas. Se considera que son abundantes, pero resulta difícil detectarlas debido a su pequeño tamaño. Todas las estrellas contenidas en las galaxias elípticas son viejas, no existiendo en la actualidad ninguna formación estelar dentro de ellas.
Las galaxias espirales son objetos que recuerdan fuegos artificiales, mostrando reciente v continua formación estelar. Contienen una protuberancia central de estrellas viejas conocida como núcleo, circundado por un disco de material en el que constantemente se están formando nuevas estrellas. De ese núcleo parten espirales. Estos “brazos” espirales rotan gradualmente alrededor del centro de la galaxia, siguiendo las regiones comprimidas de material del disco dentro de las cuales se están formando nuevas estrellas.
Las galaxias espirales (S) aparecen en variedad de tipos, que normalmente se clasifican según el desarrollo de los brazos espirales y cuán grande sea el núcleo (Sa, Sb y Sc). Aproximadamente la mitad de todas las galaxias espirales identificadas hasta ahora tienen una característica distintiva adicional. Es ésta una estructura de estrellas y polvo interestelar en forma de barra recta que emanan desde el núcleo galáctico y se introducen en el disco. Los brazos espirales giran entonces desde los extremos de las barras.
Estas galaxias se denominan galaxias espirales barradas (SB). Al igual que las galaxias espirales, pueden ser subdivididas en diferentes tipos también acorde el alcance de sus brazos y lo significativo de su núcleo (Sba, SBb y SBc). El origen de las barras parece estar relacionado con las interacciones gravitacionales de las estrellas en un espiral giratorio.
Las galaxias lenticulares forman una clase intermedia de galaxia, entre las elípticas y las espirales. Poseen protuberancias nucleares y un delgado disco de estrellas, pero carecen de brazos espirales. A veces las galaxias lenticulares también tienen una estructura en forma de barra.
Las galaxias carentes de estructura obvia o núcleo son denominadas galaxias irregulares. Las irregulares de Tipo I son galaxias que muestran evidencia de brazos espirales que han sido perturbadas de alguna manera. Una irregular de Tipo II es sólo un confuso cúmulo de estrellas. Hay evidencia de que las galaxias muy pequeñas de este tipo, conocidas como galaxias irregulares enanas, se pueden formar a partir de la materia caída dentro del espacio intergaláctico durante las colisiones entre galaxias mayores. Al igual que las espirales, las irregulares están experimentando todavía el proceso de formación estelar.
Los dos satélites galácticos de la Vía Láctea, la Gran y la Pequeña Nube de Magallanes son irregulares y fueron descubiertas en el siglo XVI por marineros portugueses que navegaban por el sur de África. Posteriormente se les dio este nombre en honor a Magallanes (1480-1521), que condujo la primera expedición que circunnavegó la Tierra (1519-1522). Las Nubes de Magallanes son visibles en el hemisferio sur. La Gran Nube se encuentra a una distancia de 165.000 años luz y la pequeña, a 200.000 años luz. La Gran Nube tiene una barra central de estrellas que no están dispuestas en espiral. Cuenta con 20.000 millones de estrellas y es una galaxia de dimensiones medianas. Está 10 veces más cerca a nosotros que la mayor galaxia más próxima. Al poder observar las estrellas individuales de la Gran Nube de Magallanes, a menudo los astrónomos la estudian para poder profundizar en la vida e historia de estrellas típicas. En la Gran Nube hay una gigantesca nebulosa de emisión, llamada la nebulosa Tarántula, que contiene estrellas supergigantes y gas. Es una "fábrica" de estrellas importante. En esta región tuvo lugar una famosa explosión de supernovas en el año 1987. Todas las estrellas de la Gran Nube de Magallanes están a la misma gran distancia de nosotros (más o menos). Esto significa que las diferencias en las magnitudes de la Nube de estrellas son debidas enteramente a las diferencias en sus edades y en la composición química. Cuando observamos las estrellas de nuestra galaxia, tenemos que hacer correcciones en las distancias y es difícil medirlas con exactitud. Por el contrario, en lo que respecta a las estrellas de las nubes de Magallanes podemos afirmar que las diferencias en la distancia no producen ningún efecto al comparar una estrella con otra. En 1912, Henrietta Leavist (1868-1921), del Harvard College Observatory, en Cambridge (EE.UU), descubrió 20 estrellas variables cefeidas (ver tipos de estrellas) en la Gran Nube. Cuatro años más tarde demostró que el período de variación de una cefeida depende de su luminosidad. Este importante e increíble descubrimiento permitió que los astrónomos averiguasen la cantidad de luz que emitían las estrellas. Al relacionar esa cantidad con la luminosidad aparente pudieron averiguar la distancia de la estrella desde nuestra galaxia.

ESTRUCTURA DE LAS GALAXIAS


Se creyó alguna vez que las regiones visibles de una galaxia espiral representaban el sistema en su totalidad. Los astrónomos consideran ahora que la materia que ha formado las estrellas no es sino una fracción diminuta del material total contenido en el interior de una galaxia. Esta otra masa está contenida en forma de objetos vagos, demasiado pálidos como para ser vistos desde las distancias a las que nosotros contemplamos las galaxias, u otras formas de materia que no podemos detectar directamente.
Entre la materia demasiado pálida para poder ser vista desde la Tierra, el disco de una galaxia espiral contiene vastos caminos de polvo y gas que no están iluminados. Algunas veces, los caminos de polvo llegan a ser visibles porque bloquean la luz procedente de los brazos espirales, permitiéndonos reconocer su silueta. El disco galáctico contiene asimismo muchas estrellas más viejas y vagas que no pueden ser vistas porque son eclipsadas por las jóvenes estrellas brillantes en los brazos espirales. La rotación de las estrellas alrededor de las galaxias espirales ha proporcionado importantes claves para saber que las galaxias contienen mucha más materia de la que es posible ver. El estudio del modo en que los brazos espirales rotan ha conducido a los astrónomos a creer que existen grandes halos esféricos escondidos de materia alrededor de las galaxias espirales.
Según la evidencia visible parecería que la mayoría de la masa de una galaxia, como la masa del sistema solar, está concentrada en su centro. Esto implicaría que, a medida que la galaxia rota, las estrellas situadas más lejos del centro se moverían con mayor lentitud que aquellas que están más cerca del centro. Sin embargo, la observación no corrobora esta posibilidad. En cambio, es más probable que la mayor parte de la masa de una galaxia exista más allá de sus límites visibles, contenida en un vasto halo esférico de materia.
Se cree que la materia del halo está contenida en cierta cantidad de objetos diferentes, como por ejemplo: estrellas pálidas que han escapado del disco de la galaxia; estrellas debilitadas, conocidas como enanas marrones; y los restos de estrellas que se han colapsado y muerto, formando objetos que incluyen las estrellas de neutrones y los agujeros negros. Las nubes de gas están probablemente presentes, también, en el halo. Junto con los objetos más pálidos, el halo contiene asimismo unos luminosos conocidos como cúmulos globulares.
Son cúmulos esféricos de estrellas unidas por su mutua fuerza de gravedad. No existe ningún tipo de formación estelar dentro de los cúmulos globulares. Orbitan el núcleo de sus galaxias nodrizas, definiendo una región esférica que se cree que señala los límites del halo galáctico.
Los cúmulos globulares contienen estrellas que son muy antiguas, creyéndose que la mayoría se han formado hace unos 10 billones de años.
Los cúmulos globulares más grandes contienen unos pocos millones de estrellas. Las galaxias espirales tienen normalmente unos 150 cúmulos globulares mientras que las galaxias elípticas pueden tener hasta mil. Se cree que cuando las nubes de gas se colapsaron para formar las galaxias, las regiones aisladas se colapsaron a su vez por separado formando los cúmulos globulares.
Muchos astrónomos creen que más allá del halo galáctico existe una región esférica mucho más grande conocida como corona. La corona puede ser como cuatro veces el largo del diámetro del halo galáctico. Puede contener partículas exóticas, conocidas como materia oscura, que se comportan de forma muy diferente a las cinco partículas estables fundamentales. Aun criando estas partículas exóticas son, hasta ahora, indetectables debido a las limitaciones de incluso la tecnología más avanzada hoy disponible, con todo su presencia puede ser inferida a partir de su efecto gravitacional sobre la materia luminosa de la galaxia.
Se ha sugerido que la corona podría contener hasta un 90 por 100 de la materia total de la galaxia.

 

LA VÍA LÁCTEA


Tradicionalmente, cuando se habla de la Vía Láctea, se hace referencia a la banda nebulosa de luz que atraviesa el cielo nocturno. El astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642) fue el primero en observar la Vía Láctea con un telescopio. Y apreció que estaba compuesta de incontables estrellas tenues. Durante los tres siguientes siglos los astrónomos llegaron a comprender que esta vaga línea de luz es nuestra visión de nuestra propia galaxia. La razón de que la veamos tan diferente de las otras galaxias es que la estamos viendo desde dentro.
La Vía Láctea, también llamada la Galaxia, agrupamiento de estrellas con forma de disco, que incluye al Sol y a su Sistema Solar. Para un observador terrestre, el disco de la Galaxia aparece como una banda débilmente luminosa que se puede observar de noche extendiéndose a través del cielo, sobre todo en las noches de verano claras y sin luna. Antiguamente a esta banda se la llamó Vía Láctea (también Camino de Santiago), nombre que en la actualidad hace referencia a toda la galaxia. La apariencia difusa de esta banda es el resultado de la luz combinada de estrellas demasiado lejanas para poder distinguirlas por separado a simple vista. Las estrellas individuales que vemos en el cielo son aquellas de la Galaxia que están lo suficientemente cerca del Sistema Solar para distinguirlas por separado.
La Vía Láctea se extiende a través de las constelaciones Perseo, Casiopea y Cefeo. En la región de la Cruz del Norte, que forma parte de Cisne, se divide en dos corrientes: la corriente occidental que brilla cuando atraviesa la Cruz del Norte, palidece cerca de Ofiuco, a causa de las nubes de polvo, y aparece de nuevo en Escorpión; y la corriente oriental, que es más brillante cuando pasa por el sur a través del Escudo y Sagitario. La parte más brillante de la Vía Láctea se extiende desde la constelación del Escudo a Escorpión, a través de Sagitario. El centro galáctico está en dirección a Sagitario y se encuentra a unos 27.000 a 30.000 años luz del Sol.
La Vía Láctea es una galaxia espiral, y, por consiguiente, relativamente plana y en forma de disco. Si miramos a lo largo del plano del disco, vemos muchas más estrellas que si lo hacemos de costado. Sin embargo, el Sol no se halla en el centro de la Vía Láctea sino que está localizado en uno de sus brazos espirales. El centro de la galaxia se sitúa en la dirección de la constelación conocida como Sagitario, nominándose los brazos espirales según las constelaciones (patrones de las estrellas) a través de las que pasan.
Aún cuando la galaxia se formara hace entre 10 y 15 billones de años, el Sol se formó en un brazo espiral hace sólo unos 4,5 billones de años, y desde entonces ha estado en órbita alrededor del centro de la Vía Láctea. Ha completado aproximadamente 21 órbitas y actualmente está situado en el borde de salida del brazo de Orión. Tal como su nombre lo indica, este es el brazo que contiene mayor número de estrellas en la constelación de Orión. Un reciente trabajo sobre cartografía de la galaxia ha sugerido que en realidad Orión quizá no sea un brazo espiral completo sino, simplemente, un brote que conecta el brazo de Sagitario con el de Perseo. Si tal es el caso, nuestra ubicación quedaría más correctamente situada como dentro del puente o espuela de Orión. El brazo de Sagitario cae entre nosotros y el centro galáctico, mientras que el brazo de Perseo se arrolla fuera del Sol.
En sí, el centro galáctico es un lugar de considerable misterio. Está envuelto en nubes de polvo y gas que bloquean una clara visión de lo que contiene. La luz visible no puede penetrar estas nubes, contando los astrónomos con observaciones a otras longitudes de onda de radiación electromagnética que se pueden propagar a través de las nubes de polvo. Una de las fuentes más brillantes de radioemisión en el cielo proviene de un objeto conocido como Sagitario A. Se extiende éste por el centro galáctico, creyendo muchos astrónomos que se trata de un objeto exótico conocido como agujero negro (blackhole).
La Vía Láctea es una galaxia espiral. Sin embargo, sigue siendo discutible a qué tipo de galaxia espiral corresponde. Durante mucho tiempo se creyó que era una galaxia espiral del tipo Sb. Pero podría haber allí una pequeña barra que uniese el núcleo a los brazos espirales, por lo que la Vía Láctea seria una galaxia espiral barrada.
Al igual que muchas galaxias grandes la Vía Láctea posee un número de galaxias más pequeñas que orbitan a su alrededor.
Las Nubes de Magallanes son dos galaxias satélites, irregulares, habiendo incluso cierta cantidad de galaxias enanas, más pequeñas capturadas por su influencia gravitacional.
La galaxia está gravitacionalmente vinculada a otras en una asociación de galaxias conocida como Grupo Local. Éste contiene 21 miembros conocidos, de los cuales tres son galaxias espirales. EI resto de las galaxias del Grupo Local son elípticas --incluyendo la gigante elíptica Mafei I-- y enanas.
Si viésemos nuestra Galaxia presentaría las siguientes características:

 















 

 






























 


QUÉ HAY EN UNA GALAXIA


Hay estrellas sueltas, conglomerados de estrellas, nebulosas o nubes de gases y polvo, y polvo y gas interestelar. Hay una tendencia en todo el Universo a la asociación; por ello es común observar asociaciones estelares o de gases y polvo.

CONGLOMERADOS ESTELARES

           
Los conglomerados estelares son grupos de estrellas que debido a su gravitación se mantienen próximas entre sí. Una de las características a destacar es que todas las estrellas de un mismo cúmulo presentan la misma edad.
Se pueden clasificar en tres tipos: abiertos, globulares y las asociaciones o agregados estelares.

CÚMULOS ABIERTOS

Están constituidos por estrellas relativamente jóvenes y tienen en su mayoría aspecto
asimétrico. No tienen una forma determinada. Aparecen situados en la proximidad del plano galáctico; no falta alguna excepción, como el de la Cabellera de Berenice. El conglomerado abierto de las Pléyades (conocidas popularmente como las “Siete Cabritas”) es el único visible, otros conocidos son el de las Híadas y el del Pesebre.
Se conocen casi 500 conglomerados abiertos, algunos constituidos por una veintena de estrellas, otros por varios centenares e incluso hasta un millar. El de la Osa Mayor, por ejemplo, contiene todas las estrellas de la constelación, excepto Alfa y Eta, y, a pesar de parecer muy disperso para su proximidad, constituye un grupo compacto, rodeado por un conjunto de' astros que una vez le pertenecieron y que incluye Sirio a este grupo. Estrellas aún más jóvenes que las de los conglomerados abiertos, sumergidas en nubes de polvo y gas, se hallan en las asociaciones (agrupamientos de estrellas denominados así porque están todavía más separados de los grupos abiertos y tienden a dispersarse). Un ejemplo lo constituye la asociación zeta Perseo, formada por luminosas estrellas azules nacidas hace 1-2 millones de años, la de Orión, donde se observan estrellas que parece que estén aún en formación, pertenecientes al tipo llamado Tauro.

 CÚMULOS GLOBULARES


            Son grupos de estrellas compactas y de forma casi esférica situados fuera del plano de la Vía Láctea y en un círculo alrededor del centro galáctico cuyo radio es de unos 50.000 años luz formando lo que llamamos Halo galáctico.
Se diferencian de los conglomerados abiertos por la edad mucho mayor de las estrellas que los componen (unos 10.000 millones de años) y porque carecen de polvo y gas; además, un cúmulo globular puede contener varios miles o millones de estrellas.
Uno de los más notables es el M13 (Messier 13, de la constelación de Hércules), situado a unos 34.000 años luz; es casi esférico y visible con un pequeño telescopio. Sólo en el hemisferio austral se observan dos a simple vista: omega Centauro y 47 Tucán; se trata de los más próximos pues están a 22.000 años luz. NGC-2419 es el conglomerado más lejano conocido, situado a 250.000 años luz.

ASOCIACIONES O AGREGADOS ESTELARES.

Formados por una veintena de estrellas, estos cúmulos fueron planteados por Ambartsumian, astrofísico armenio. Un ejemplo se encuentra en la constelación de Perseo (zeta Perseo). Se tratan de estrellas jóvenes, estrellas bebés, podríamos decir, siguiendo a Ambartsumian.
  

NEBULOSAS


Son grandes acumulaciones de gas y polvo interestelares. Hay nebulosas brillantes y oscuras. Las Brillantes obtienen su luz de una estrella cercana. Las oscuras no tienen ninguna estrella cercana.
 Las brillantes se dividen en nebulosas de emisión, de reflexión y planetarias. Las primeras emiten luz, las segundas reflejan y las terceras presentan una enana blanca y parecen planetas por sus formas más o menos redondeadas.
El ejemplo más conocido de nebulosa  es la llamada Nebulosa del Cangrejo, para la cual se ha podido calcular la fecha en que se produjo la explosión de supernova que la originó, a partir de la medición de la velocidad de expansión de sus componentes respecto de los restos de la estrella. Nebulosa de la constelación de Tauro, que constituye el resto de la explosión de una supernova que tuvo lugar en 1054. Es el objeto M1 del catálogo Messier y fue también la primera radiofuente descubierta.
La identificación errónea entre galaxias y nebulosas se debió al insuficiente poder de resolución que tuvieron los telescopios durante largo tiempo, lo que no permitía diferenciarlas con claridad. Un ejemplo es la galaxia de Andrómeda, llamada por mucho tiempo nebulosa.
De aspecto muy variado, con frecuencia las nebulosas evocan formas conocidas que les dan el nombre (Nebulosa de América del Norte, Nebulosa de la Cabeza de Caballo, etc.). A pesar de ser muy numerosas y poder ser estudiadas por millares con la ayuda de telescopios potentes, presentan grandes dificultades de observación porque carecen de luz propia y la materia de que están constituidas es extremadamente difusa.
Los gases que las forman (sobre todo hidrógeno y helio) presentan concentraciones que van desde 1 hasta 1 millón de átomos por centímetro cúbico, mientras que el polvo que contienen (elementos pesados y moléculas complejas) presenta densidades aún más bajas. A pesar de ello, estas concentraciones de materia interestelar poseen una cantidad suficiente de átomos luminiscentes y de granos de polvo capaces de reflejar la luz como para poder ser fotografiadas (empleando emulsiones muy sensibles y con tiempos de exposición muy prolongados). La dinámica de estas masas de materia está gobernada por la atracción gravitatoria, de suerte que se produce una atracción hacia el centro que, cuando alcanza una concentración suficiente, crea las condiciones adecuadas para la formación de una estrella (aislada o rodeada por un sistema planetario). Los diversos tipos de nebulosas representan los diferentes estadios que permiten al universo reutilizar la materia que se ha dispersado con anterioridad, durante los fenómenos violentos que tienen lugar en él.
Como ejemplos de nebulosas oscura podemos citar Cabeza de Caballo, de nebulosa brillante Nebulosa de Orión, y como nebulosa planetaria a la Nebulosa de la Lira.

 

LA MATERIA INTRAGALÁCTICA


Es grande la cantidad de materia que hay en el interior de nuestra galaxia, aunque parece apreciarse un vacío considerable. De la totalidad de la masa estelar galáctica, el gas y el polvo interestelares constituyen una décima parte, distribuida de manera heterogénea pero con mayor concentración hacia el plano galáctico.
El polvo interestelar se destaca por las nubes oscuras notoriamente visibles y porque se produce un oscurecimiento de la luz de las estrellas. La concentración de polvo hacia el plano galáctico también disminuye la cantidad de galaxias exteriores observables.
La absorción (la dispersión producida por las partículas de polvo) es menor para las frecuencias bajas, por lo que se produce un enrojecimiento de la luz estelar.
En la figura se muestra que para un observador B, la luz proveniente de la estrella se refleja en las partículas y se dispersa, indicándose con líneas cortadas las frecuencias altas, y las nebulosas brillantes de reflexión aparecen azuladas, mientras que la luz que atraviesa la nube es de baja frecuencia (líneas llenas) y la luz estelar es enrojecida para un observador A.
En la figura A se aprecia la curva de disminución de intensidad luminosa provocada por una nube en particular. En B se muestra el gráfico del oscurecimiento acumulativo general y la curva superior corresponde al campo interestelar que no presenta absorción luminosa.
Un tipo diferente de nebulosa brillante es la emisión, constituida por gas excitado por la radiación de una estrella cercana de alta temperatura. Su energía proviene fundamentalmente de la radiación del hidrógeno en la línea H que produce su tonalidad rojiza.
Gases y polvo fino  hay entre las estrellas y las galaxias. La mayor parte de este material no es visible y sólo se puede detectar mediante el estudio de sus emisiones electromagnéticas o efectos gravitatorios. El espacio, en promedio, es un vacío mayor que cualquiera de los que se pueden crear en el laboratorio. En algunos puntos, sin embargo, como en el disco espiral de galaxias, como la Vía Láctea, la materia es relativamente densa y puede tener el aspecto de nubes oscuras, nubes que reflejan luz estelar o nubes iluminadas por la luz ultravioleta de las estrellas cercanas.
            La materia interestelar es, en parte, materia primordial del principio de la historia del Universo. Está también compuesta de materia arrojada por novas y supernovas, que incluye elementos, más pesados que el hidrógeno, sintetizados en interiores estelares. De este material, enriquecido con elementos más pesados, nacen nuevas estrellas. Aunque el hidrógeno es el componente más abundante de la materia interestelar, tanto en forma atómica como molecular, (H y H2), también el nitrógeno, el oxígeno y el carbono están presentes junto con moléculas simples como el ion hidroxilo (OH¯), además de agua, alcoholes, amoníaco y derivados orgánicos relativamente complicados tales como el formaldehído.
Uno de los actuales enigmas de la cosmología es el hecho de que, teóricamente, el Universo debería contener mayor cantidad de masa de la observada. Parte de la masa no observada puede estar presente como materia oscura interestelar e intergaláctica no detectada hasta la fecha.


























DEL SISTEMA SOLAR AL UNIVERSO











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